miércoles, 3 de noviembre de 2010

EL HOMBRE DE MI VIDA ME HA DEJADO

Después de treinta años de desvelos, de darlo todo por él, de esperarlo despierta cuando salía con los amigotes, se ha ido de casa.

Y no es que se haya ido con otra, que eso lo entendería. ¡No! encima tiene la poca vergüenza de decirme:

- Mamá, es que necesito espacio. Ya soy mayor.

- Mayor! Pero ¡¡¿dónde va esa criatura con 30 añitos?!!

Ahora, que yo se lo he dicho, eh?

- Parece mentira, dejarme tan pronto, hay que ser mal hijo...

Y me dice:

- Pues Jesucristo se fue de casa con 30

- ¡Y mira cómo acabó! ¡No llegó a los 34!

En fin... Ya lo voy llevando mejor... Pero el día que se fué, yo creí que me daba algo. El niño allí, recogiendo sus cositas. Cuatro chorradas, porque... ¿Qué se va a llevar el pobre, si no tiene nada suyo? Pues todo lo nuestro.

Pero fui yo la que se lo dije:

- Anda, tonto, llévate la tele pequeñita... y la minicadena... y el DVD...y ¡la lavadora!

Pero es más bueno! Ahí ya me dijo:

- No, mamá, la lavadora, no... que no tengo ascensor. Ya me la traes tú cuando vengas a verme.

Mi niño! Menos mal que no tengo tiempo de pensar en él, porque estoy todo el día ocupadísima haciendo croquetas para mandárselas. Que si no, se pasa la vida llamando a Telepizza. Y cuando
estoy liada en la cocina, mi marido viene por detrás, como un niño chico, a robarme las croquetas.

Y yo:

- ¡Deja eso ahora mismo! ¡Que son para el niño!

- ¿Y yo qué ceno?

- ¡Pues yo qué sé, coño! ¡Llama a Telepizza!

Pero luego me da pena, el pobre... que, al final, siempre le digo:

- Andaaa... déjalo... Ya llamo yo: ¿margarita o cuatro quesos?

Bueno, y me he comprado un móvil, que puedo hablar con el niño el tiempo que quiera por cinco euros. Eso sí, sólo podemos hablar de ocho a diez, como en la cárcel...

Pero, a veces, no aguanto más y lo llamo fuera de horario, a escondidas de mi marido. Que parece que tengo un amante:

- Cariño, te tengo que dejar, que ha llegado papá

Y cuando mi marido me pilla:

- ¡Ha llamado él, ha llamado él! Venga, rey, anda, no seas bobo... ya te llamo yo luego... Huy...qué mimoso está... Éste en dos días esta aquí, ¿eh Manolo?

Pero, por fin, cuando dan las ocho, y ya puedes hablar con él, libremente, de todas vuestras cosas...

- Hola lechoncito, soy mamá... ¿Qué tal el día?

- Bah...

- ¿Qué haces?

- Pssss...

- ¿Has cenado ya?

- Pschá...

- Bueno, no tienes ganas de hablar, ¿no?

- Bah...

- Bueno, pues adiós. ¡Manolo, el niño me ha colgado el teléfono!

Y mi marido:

- Cariño, es que te pones muy pesada...

- ¡Ahhhh! ¿Pesada yo? ¡Pesada tu madre, que hay que ir todos los años a ponerle flores!

Al principio no te atreves a tocar nada de su habitación, porque tienes la esperanza de que tu hijo se dé cuenta de que no puede vivir sin ti y vuelva. Pero la semana pasada... abrí los ojos.

Le llamo, y me sale una voz de mujer:

- ¿Diga??

Y colgué inmediatamente. Volví a marcar... y ya me sale el niño. Y le digo:

- Oye, ¿quién era ésa?

Y él:

- Una amiga

- ¡Ay, menos mal! Creí que era otra madre... Bueno, ¿y qué estáis haciendo?

- Pues nada, comiendo...

- ¡Ah, muy bonito! ¡Yo todo el día encerrada en la cocina para que venga una guarra cualquiera a comerse mis croquetas!

- No, si ella no come, no le gustan...

- Ah, ¿no le gustan? Mírala, qué fina...

Ahí me enfadé tanto que decidí hacerle caso a mi marido y convertir la habitación del niño en el cuarto de la plancha. Y me pongo allí a organizar el altillo...sus libros, sus tebeos, sus revistas ... Y de pronto, me dije: '¿A ver si las va a necesitar?'

Claro, porque cualquier pretexto es bueno para ir a ver a tu hijo... Pero, de repente, encontré la excusa perfecta: su ajedrez del centenario del Real Madrid. Con el sacrificio que hizo para
reunir las piezas, ¡que estuvo un mes comprando El Pais...! Así que al día siguiente le llevé un peón... Al otro, un alfil.... Al otro, una torre...

Y él:

- ¿Pero no me puedes traer todas las fichas a la vez?

Y yo:

- Ah...es que como te hizo tanta ilusión reunirlas por entregas...

Y mi marido se hace el duro, pero también tiene sus sentimientos, ¿eh?. El otro día fui yo quien le pilló a él hablando con el niño fuera de horario, y con una voz de angustia decía:

-Hijo mío, mándame una croqueta!

Ahí me di cuenta de que me estoy pasando...Que hay un montón de experiencias nuevas que vivir con mi marido. Así es que voy a empezar a disfrutar de esta segunda luna de miel. Voy a ver si le animo y nos vamos juntos a... llevarle la lavadora al niño. Y así el pobre prueba las
croquetas, que está tan flaquito que parece que el que se ha independizado es él.



9 comentarios:

  1. Tipica madre gallina clueca... A los hijos hay que ir mentalizandolos que la mayoría de edad es con 18 años, si no lo tienen claro nos pueden amargar la edad de oro.

    Madres como la de este relato ( que en realidad existen) son las culpables de que nuestros puedan llegar a ser verdaderos pánfilos y vividores.

    Saludos.

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  2. jajajaja me he reido a carcajas, mi marido me miraba con cara de que "a esta le ha dado algo...."

    Mis hijos se casaron los dos con 23 años. (Si, cosa rara hoy dia, pero tenían novias desde muy jóvenes y como su padre y yo estábamos "dan dolavueltaaEspaña" a cargo del Banco (los dichosos traslados) y ellos solos estudiando la carrera aqui en Valencia, y, al terminar la carrera encontraron enseguida trabajo, pues se casaron.

    Pero sus apuntes, libros orlas de carrera, scalectric y demás los he llevado por toda España.
    Pero bueno, eso fue cosa mia, porque me daba pena tirar sus cosas de niños.

    Ahora, ya viviendo jubilosamente-jubilados en Valencia desde este verano, mis nietas juegan con los pitufos de su padre y leen los cuentos que tenían de niño y les hace mucha ilusión....
    Bueno, como vivo en un adosado grande (y tengo tanto sitio....) tanto la cunita, el parque, el cochecito, etc. etc.
    Muy buen cuento, muy real y contado con mucha gracia.
    Un besito, querida amiga.

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  3. jajajajaja muy bueno!!!...al principio, con ese título, de veras me preocupé! jajajaja


    un abrazo.

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  4. Me pasó lo mismo, entré a tu blog un tanto inquieta: "¿Qué ha pasado?"... Y cuando me entero de lo que va el tema es que me revolcaba. ¡¡¡Qué bueno!!! ¡Genial! De verdad, genial, ji, ji.
    Se lo voy a pasar a una amiga para que lo lea

    Gu-e- ni-si-mooooooooo
    Podría hacerse un buen monólogo, que hay muchos concursos.

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  5. Bueno, bueno de verdad, que barbaridad lo que me he reido, la frase " ¡Y mira cómo acabó! ¡No llegó a los 34!" oportuna a más no poder.
    Un placer leerte, con tu permiso me pasaré por tu casa de vez en cuando

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  6. Buenisimo, me he reido con ganas. Algo muy bueno para relajarse al final de un duro ´día.
    Me encanta y que bien has retratado el nido vacio. Pobre mujer.
    Un beso

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  7. Al final los que deberían independizarse serían los padres. Emanciparse de solteros de nuevos, casa nueva, barrio nuevo, encargar pizzas, viajar, pedir a los hijos que trabajan que colaboren... y un etc bien largo y próspero!

    Un abrazo con croquetas y todo.

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  8. Menos mal que saliste de esa relación tan conflictuada: el peor amante te habías encontrado, jajajaj.
    Lo relataste genial!!!! de punta a punta la ironía no nos saca la sonrisa de la cara. Es un espejo en que nos reflejamos y qué suerte que nos podamos reír, porque eso significa que estamos a tiempo de reaccionar, verdad???
    Lo de la segunda luna de miel habla del excelente estado de tu inteligencia emocional!!!

    Un detalle de los más geniales: el alivio ante la constancia de que no tiene OTRA..... madre.

    un abrazo enorme!!

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Una voz fuerte no puede competir con una voz clara, aunque esta sea un simple murmullo.
Confucio