viernes, 29 de enero de 2010

EL DESCUBRIMIENTO DE IRENE

Cuando Irene descubrió el amor ya era demasiado tarde, su vida estaba formada desde hacía mucho tiempo, tenía una casa de ensueño, un marido encantador, tres hijos maravillosos y un perro que cada vez que volvía a casa saltaba hacia ella moviendo su cola con alegría.

Se había casado en su juventud con Gerardo uno de sus múltiples pretendientes, que la había colmado de una vida llena de momentos inolvidables, también habían tenido algún que otro enfado, pero siempre por tonterias que ella había ido dejando pasar porque no tenían una gran importancia.

Sus tres hijos llegaron pronto, como ellos querían, primero llegó Mario un muchachote rubio y muy dulce que iba a convertirla en abuela por primera vez a sus 52 años, dos años después vino Alba que a pesar de trabajar lejos de ellos volvía a casa todos los fines de semana, y por último llegó Matías, el benjamín que acababa de comenzar sus estudios en la universidad.

La vida de Irene transcurria feliz y placidamente, dedicaba las mañanas a trabajar en una organización como voluntaria ayudando a niños de familias desestructuradas a llevar una rutina en sus desorganizadas vidas, por las tardes solía reunirse con sus amigas para tomar un café y cambiar impresiones sobre el último artículo leído en el periódico, la última película de moda o simplemente charlar sobre sus vidas.

Cuando anochecía volvía a su casa, preparaba la cena a su familia y se preocupaba de como les había ido el día a cada uno de ellos, le gustaba estar un rato de sobremesa, sobre todo con su hijo menor, el único que quedaba en casa de forma permanente e interesarse por su vida universitaria y sus proyectos de futuro.

Cuando una mañana Miguel entró a formar parte de la plantilla de trabajadores de la organización como su superior más inmediato le pareció un hombre encantador, con unos grandes valores y con muchas ganas de trabajar y poner en práctica metodos nuevos métodos que alegraran la vida a esos niños.

Pronto se hicieron amigos además de compañeros, antes de tomar cualquier decisión Miguel solía pedirle opinión a Irene y debatían amigablemente sobre el tema, incluso si era un asunto urgente y ella no estaba la llamaba por teléfono para comentarlo antes de tomar una decisión definitiva.

Así fueron pasando los meses y cada vez Irene se sentía más motivada y valorada en su trabajo, Miguel había pasado a ocupar un lugar importante entre sus amistades y valoraba mucho su compañía y su profesionalidad por lo que era habitual verles juntos en las reuniones de trabajo o tomando café en sus descansos.

Llegó el verano y con el las merecidas vacaciones, Irene se fué con su marido, sus hijos y su nuera al piso que tenían en la costa, disfrutó de la playa, reanudo la lectura de libros que había dejado pendientes, realizó compras junto a su nuera para su futura nieta que nacería tres meses después y sobre todo habló sin cesar con toda su familia haciendo planes de futuro.

A pesar de todo ello echaba de menos el trabajo, se descubrió mirando a hurtadillas el teléfono esperando ver una llamada de Miguel, comenzó a darse cuenta de que cuando pensaba en él su estómago era un hervidero de mariposas revoloteando en su interior, los últimos días se le hicieron eternos, contaba las horas que faltaban para volver a su casa, a su rutina diaria.

Ya de vuelta en casa Irene se dedicó a analizar a solas los sentimientos que la invadian, eran sensaciones nuevas para ella, pensó en su juventud con Gerardo y se dió cuenta de que nunca había sentido eso con él, ni siquiera había sentido campanas cuando la besaba como decian sus amigas en aquel entonces cuando hablaban de sus novios, nunca se había sentido transportada al universo fundiéndose con las estrellas cuando hacían el amor, Gerardo era su amigo, su compañero, el padre de sus hijos, su amante...., pero después de toda una vida juntos se daba cuenta de que había algo más.

El primer día de trabajo después de las vacaciones sentía unos nervios desconocidos para ella y cuando por fin vió a Miguel se sintió como una quinceañera tonta que no sabía donde donde posar la mirada, la mañana comenzó un poco tensa por parte de los dos, a la hora del café Miguel le anunció que tenía pensado dejar el trabajo, se sentía superado por la presión a la que se encontraba sometido y estaba convencido de que era lo mejor que podía hacer.

Irene comenzó a reconocer en Miguel miradas de dolor, de silenciosas llamadas de acercamiento que unos meses antes no había sido capaz de interpretar, su corazón luchaba por acercarse a él y finalmente se rompía en mil pedazos por no ser capaz de hacerlo.

El día que se fué definitivamente ni siquiera se miraron a los ojos, el dolor se palpaba en el denso ambiente de la oficina, sencillamente cuando llegó la hora de salida Miguel se levantó despacio de su silla, se puso su chaqueta y con paso lento y cabizbajo salió por la puerta.

Los años pasaban lentos, Irene acababa de tener su segundo nieto, un niño que hacía las delicias de todos junto a su hermana Rocio, ellos la alegraban los días por eso intentaba pasar el mayor tiempo posible a su lado, mientras tanto cada mañana miraba la puerta de la oficina esperando ver entrar a Miguel, y cada noche soñaba sus ojos hablándola en silencio de amor, de promesas ocultas para la razón pero deseadas por el corazón.



jueves, 21 de enero de 2010

"Este jueves, un relato" Convocatoria literaria






"SALIR FUERA DE AQUÍ"



Laura había echado de menos el otoño, le gustaba todo de esta época que cada año la hacía sentir renovada y con ganas de iniciar nuevos proyectos después del sofocante calor del verano que la mantenía adormilada.

Este año más que nunca había deseado ardientemente su llegada y por fin ya estaba aquí, el olor a castañas asadas marcaba el inicio de la estación y entonces ella había decidido volver por un momento a la cabaña en la que había sido tan feliz los últimos meses, aquí comenzó todo y aquí tenia intención de ponerle fin y comenzar de nuevo con su vida.

Salió a pasear por el bosque cercano disfrutando del silencio que le ofrecía, un silencio distinto a todos los demás, un silencio que le resultaba curativo para su magullada alma y la hacía flotar sobre el suave crujido de las hojas al ser pisadas por unos pies que caminan sin prisa.

Disfrutó de la mágica luz que la acompañó durante su largo paseo en esa plomiza tarde, de un atardecer que tiñó el cielo de rojo hasta cubrirlo por completo, de un bosque cubierto de mil colores cálidos y maravillosos y quiso grabarlos para siempre así en su memoria.

El viento se levantó repentino agitando nervioso las ramas de los árboles, las hojas volaban caprichosamente de un lado para otro engrosando la mullida alfombra que tenía a sus pies.

Volvió a su casa a tiempo de evitar el fortísimo vendaval que veía aproximarse a través de los ventanales de su salón, ataviada con ropa cómoda y unos gruesos calcetines puso música de fondo y encendió la chimenea, sentada sobre un cojín en el suelo se dispuso a escribir la carta que pondría fin a esa relación que tanto la había dañando.

El crepitar de la madera atrajo su atención, observó el fuego naranja y azul que provocaban las llamas al devorar la madera seca que descansaba en la chimenea, se dejó llevar por sus formas que simulaban serpientes danzando de un lado a otro, serpientes hipnotizadoras que la hacían recordar aquellas tardes de sofá y manta a su lado, felices, con un chocolate caliente en sus manos y el sonido de la lluvia golpeando los cristales mientras mantenían largas conversaciones sobre un futuro en común, un futuro en ese apartado lugar a media distancia entre los lugares donde ellos vivían habitualmente.

Cuando despertó de su ensoñación vio como unas pequeñas brasas consumían el último de los troncos, pronto se apagarían por completo, como el amor con el que habían construido su futuro, como los meses pasados que deseaba olvidar.

Escribió apenas unas escuetas palabras de despedida y las dejó apresuradamente sobre la mesa del salón, sólo pensaba en salir de allí, de ese lugar que tanto amó y ahora tanto daño la hacía sentir, desde que se había enterado de que él ya estaba casado.



Más relatos en el blog de Tésalo:   http://odisea27.blogspot.com/
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lunes, 18 de enero de 2010

LA FRASE ADECUADA

Antonio se despierta en casa con una resaca monumental.


Se esfuerza en abrir los ojos, y lo primero que ve es un par de aspirinas y un vaso de agua, la ropa planchada frente a él.

Antonio mira alrededor de la habitación y ve que todo está en perfecto orden y limpio.

El resto de la casa está igual.

Toma las aspirinas y ve una nota sobre la mesa:

"Cariño, el desayuno está en la cocina,
salí temprano para hacer unas compras.
Te quiero."

Así que va a la cocina, y cómo no, ahí está el desayuno y el periódico del día esperándole.

Su hijo también está en la mesa almorzando.

- Hijo, ¿qué pasó ayer por la noche? -pregunta Antonio.

- Pues volviste a las 5 de la madrugada, borracho como una cuba y con delirios. Rompiste algunos muebles, vomitaste en el pasillo y se te puso un ojo morado cuando te diste contra la puerta.

Confundido, Antonio pregunta:

- ¿Y cómo es que todo está tan limpio y ordenado, y el desayuno esperándome en la mesa?

Su hijo le dice:

- Mamá te arrastró hacia el dormitorio y cuando intentó quitarte los pantalones, tú gritaste: "¡¡¡Señora, déjeme en paz, soy un hombre casado!!!".


Una resaca autoinducida - 100 euros


Mobiliario roto - 200 euros

Desayuno - 10 euros


Decir la frase adecuada..... No tiene precio






martes, 12 de enero de 2010

INSISTES

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La soledad me abruma,

los brazos de la apatía me sujetan firmemente sin que pueda moverme,

mis pies avanzan sin descanso y sin embargo

no puedo dar un paso hacia tí,

no puedo moverme del lugar en el que me encuentro.


Entonces tus ojos se abren y me ven,

al momento se iluminan y tu cara refleja perfectamente

los pensamientos que pasan por tu mente

mientras tu boca susurra suplicando

que no puedes ser tú el culpable de todo,

que no sabes aún como poner remedio a mis pesadillas

pero sí has aprendido en este camino a aliviar sus efectos.


Insistes en  poner color a mis días y llenarlos de sonrisas

regalándome dulzuras y miles de caricias,

persistes en acompañarme en cada momento

a intentar realizar todos mis sueños,

esos sueños que dices que no son mios,

que siempre han sido nuestros.
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domingo, 10 de enero de 2010

LA TORRE DE LOS SUEÑOS (2º parte)




Quimera dudó un mometo mirando hacia ambos lados del camino, hacia la derecha tenía ante sus ojos un bosque sin fin y hacia la izquierda se extendía una gran llanura.



Aún maravillado por el calor que le ofrecía el sol recién descubierto decidió disfrutar de él todo lo que le fuera posible y siguió caminando durante horas por la llanura sin sentir ningún cansancio, sin dejar de admirar cada especie de flor diferente que encontraba en su camino ni de probar la innumerable variedad de frutos que aquel extraordinario mundo ponía a su alcance.


Cuando oscureció decidió que un gran árbol al borde del camino sería el compañero ideal de sueños y en su compañía pasó la primera noche fuera de su casa meditando la candidad de novedades que había descubierto e intentando guardar en su memoria cada una de ellos para después describírselos a su padre.


El amanecer le sorprendió despierto y sus ojos se llenaron de decenas de colores diferentes e imposibles de imaginar para él el día anterior, a pesar de no haber dormido apenas no sentía cansancio y siguió su camino lleno de alegría.

Pocas horas después divisó frente a él un pequeño lago, no era en realidad muy grande pero a sus ojos le pareció inmenso ya que era la primera vez que veía tanta cantidad de agua junta, una punzada de miedo se instaló en su interior pero era más fuerte su curiosidad por tocar esas quietas aguas, esa bañera gigantesca en la que podrían bañarse a la vez todos los habitantes de su reino.


Se quitó las botas poco a poco e introdujo los pies en el agua que le refrescó al momento, decidió que ya era hora de darse un buen baño después de la larga caminata y se quitó el resto de su ropa dejándola en la orilla cerca de donde él se encontraba.


Quimera se encontraba feliz por tanta novedad en su vida cuando notó un suave roce en una de sus piernas, no le hizo mucho caso de momento pero cuando la misma sensación se volvió a repetir y miró hacia abajo divisó unos seres pequeños pero monstruosos debajo del agua, nunca había visto nada igual por lo que el pánico comenzó a apoderarse de él por completo y empezó a gritar y chapotear mientras intentaba correr hacia la orilla y sus pies se hundían en la arena dificultando sus movimientos.


-¡Para ya!, deja de chapotear y de gritar, estás espantando todos los peces con tus movimientos y todavía no ha terminado mi jornada de pesca.


Quimera se paró de golpe, era la primera vez que se encontraba con otra persona desde que salió de su casa, era un joven de más o menos su edad, no muy alto, un muchacho de cabellos oscuro y piel tostada por el sol, admiró el artilugio nunca antes visto que tenía en las manos mientras le contestaba, le parecía una larga vara de cuyo extremo colgaba una cuerda fina y terminaba en uno de los habitantes del lago.


-Perdona, no sabía que no podía bañarme en el lago, no he visto ningún cartel que avisara del peligro de esos endemoniados seres que hay dentro del agua y después de dos días de intensa caminata me venía bien un remojón.


-Eres forastero ¿verdad?, nunca antes te ví por aquí y con el color de tu pelo hubiese sido dificil olvidarte.


-Acabo de llegar, en realidad eres la primera persona que veo que no pertenezca a mi família o a mi pueblo, mi nombre es Quimera.


-Yo soy Isteben y vivo en la adea que está cerca de aquí, al borde del lago, soy pescador, como casi todos los de por aquí. En vista de que me has espantado la pesca daré por terminada mi jornada, de todas formas ya tengo suficiente pescado para que coma hoy mi familia.


Viendo que Quimera observaba estupefefacto su caña y el pescado que de ella colgaba le explicó que esos animales que vivían en el lago eran su principal fuente de sustento y le invitó a acompañarle a su casa y a probar ese desconocido manjar asegurándole que sería muy bienvenido por parte de su familia.


Quimera aceptó encantado la oferta y marchó con su recien descubierto amigo y en su casa disfrutó de una opípara comida a base de pescado, alimento nuevo para él porque en la montaña donde vivía no existía más que un pequeño riachuelo que apenas cubría sus necesidades de agua y donde desde luego no había ninguno de esos seres que su amigo le dijo que se llamaban peces.

La aldea de Isteben era pequeña, con pequeñas casas pintadas de blanco y puertas y ventanas azules, era un lugar sencillo, con gente sencillas y acogedoras que recibieron a Quimera con alegría ofreciéndole lo poco que poseian.

Durante cinco semanas vivió en casa de Isteben con sus padres y sus dos hermanos pequeños, aprendió a pescar casi tan bien como su amigo, a limpiar y cocinar el pescado de mil formas distintas, a conservarlo de diferentes maneras para que en época de escasez no les faltase el sustento y además de todo eso descubrió otras muchas cosas, tan desconocidas para él como antes eran los peces.

Descubrió como moverse por encima de las aguas con un pequeño barco, algo que le atrajo muchísimo y que pronto aprendió a dominar a la perfección con su buen amigo a su lado indicándole cuando y de que manera debía usar las velas y cuando conseguirían moverse mejor usando los remos.

Hablaron durante horas y horas, y descubrío que existian muchísimos pueblos después de aquel, que las personas podían ser de diferentes colores y hablar diferentes idiomas pero que a pesar de ello eran sus iguales, que existían tierras sin vida sólo con arena y en ellas también moraban otros hombres que iban cubiertos por túnicas y tenían extraños animales con joroba, oyó hablar del mar repleto de peces enormes y diferentes y tan grande que no se adivinaba su fín, aunque le aseguraron que después de él había más tierra y más personas viviendo en ella.

Tantas cosas descubrió Quimera que a pesar de lo bien que se encontraba con su amigo y su familia, las ganas de descubrir ese nuevo mundo con sus propios ojos cada vez eran mayores, además no olvidaba la promesa hecha a su familia de volver antes de su mayoría de edad, así que una mañana se despidió de todos ellos y partió rumbo al norte para seguir su aventura.

viernes, 8 de enero de 2010

TECNICA ANTI ESTRES

Los especialistas recomiendan esta técnica, cuando el cerebro está sobrecargado, para una buena relajación. Basta hacer lo siguiente:





Con la ayuda del ratón, selecciona desde la letra A hasta la letra M




M anda el trabajo a la mierda


y vete a beber una CERVEZ A



¡¡¡Es extremamente relajante!!!

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lunes, 4 de enero de 2010

LA TORRE DE LOS SUEÑOS

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Esta entrada en realidad surgío para el sábado de Mercedes
"he tenido un sueño", pero se estaba alargando demasiado...


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Érase una vez un reino perdido y olvidado por todos los demás reinos desde hacía ya tanto tiempo que nadie recordaba su existencia y mucho menos su nombre.

El reino se encontraba situado en la cima de la más alta montaña del país, era un reino oscuro, siempre cubierto de una densa niebla que hacía imposible ver más allá de un par de metros de donde uno se encontraba, lo que obligaba a sus habitantes a andar continuamente con un gran cuidado de mirar por donde pisaban por miedo a caerse por cualquier precipicio de los que abundaban en los alrededores.

Nadie del lugar sabía lo que era el sol, ni la primavera, ni habían visto nunca una simple flor, pues en medio de ese clima oscuro y húmedo habían vivido toda su vida y ni siquiera podían imaginarse que pudiese ser de otra forma en otro lugar, realmente ni siquiera imaginaban que pudiese existir otro lugar, ya que nunca habían salido de allí ni nadie había llegado hasta ellos.

No siempre había sido así, hubo un tiempo en el que incluso fue un reino admirado por muchos y visitado a menudo a pesar de lo complicado que era llegar hasta él.

Desde el castillo del rey que estaba situado en la cima de la montaña se veían los hermosos valles y montañas que lo rodeaban por todas partes y que lucían espléndidos durante el buen tiempo lo que animaba a sus vecinos a realizar muy a menudo el esfuerzo de recorrer una y otra vez la empinada subida, ya que el rey tenía a bien dejar subir a cualquiea que lo deseara a la torre más alta del castillo, sabedor de que era el lugar predilecto para soñar hermosos sueños de futuro.

Un precioso día de verano el rey se encontraba en lo alto de la torre cuando soñó que su querida hijita, que era poco más que un bebé, se enamoraría en su juventud de un hombre extranjero que llegaría al reino atraido por la fama alcanzada por sus maravillosas vistas y le seguiría sin dudarlo.

Deslumbrado por la hija tardía que pensaba que ya nunca tendría, el rey no paraba de pensar en como podría evitar que se alejara de su lado, tantas vueltas le daba a su cabeza que ya no existía ningúna otra preocupación para él, no podía dormir por las noches y apenas comía cayendo en un profundo estado de abatimiento.

Un día tomó una decisión inquebrantable, cerraría las puertas de las murallas del reino, de esa forma nadie podría entrar en él y su hija no se alejaría nunca de su lado, pero con esa decisión tomada por el rey no sólo se quedaron aislados del mundo sino que se perdieron los sueños y el reino se fué oscureciendo cada día más.

Así pasaron años y años, tantos que ya ni los más ancianos del lugar recordaban haber vivido días que no fueran grises.

Por entonces Quimera, el joven hijo del rey que decidía en ese momento el destino del reino, descubrió la torre tantos años cerrada, desde esa altura y extendiendo la mano podía tocar las densas nubes y maravillado por ello comenzó a imaginar un mundo nuevo y desconocido.

Aquella noche el príncipe no dejó de preguntarse si tras la niebla habría algo más, durante horas y horas pensó en ello, por arriba era imposible ya que el castillo estaba situado en la cima, pero quizá por abajo podría encontar algo diferente.

Una vez tomada la decisión se lo contó a sus padres, los reyes, los cuales no estaban de acuerdo en la aventura que quería llevar a cabo su hijo pero se sintieron incapaces de oponerse, ya de pequeño había sido un niño curioso, inquieto y muy tozudo, se dieron cuenta en el mismo momento en que nació y vieron aquella mata de pelo rojizo que le caracterizaba, era diferente a todos los demás.

Así que con todo el dolor de su corazón le permitieron irse, no sin antes hacerle prometer que estaría de vuelta antes de su mayoría de edad, para la que faltaba poco más de un año, ya que en ese día debía elegir entre las jóvenes del reino la que sería su esposa.

Quimera pensó detenidamente en el viaje, y dos días después cuando tuvo preparado todo lo que consideró que podía llegar a necesitar traspasó las puertas de la muralla del reino.

Cuando las puertas se cerraron a su espalda sintió soledad y miedo pero estaba decidido a seguir adelante, comenzó a bajar con gran cuidado por una intransitable senda que apenas se distinguía a sus pies comprobando estupefacto como poco a poco la niebla iba desapareciendo y en su lugar aparecía ante sus ojos un mundo nuevo lleno de olores, colores y sensaciones desconocidas.

Siguió andando durante horas sin dejar de maravillarse ante lo que descubrían sus ojos y cuando la montaña en la que estaba situada su reino no era más que una sombra lejana encontró un camino abierto por el hombre...



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sábado, 2 de enero de 2010

He soñado con... ,Sábados literarios de Mercedes



La orilla del acantilado en la que tantas veces escuchabamos el suave balanceo de las olas estaba a mis pies y yo observaba el reflejo de las estrellas en las oscuras aguas de la bahia mientras mis pensamientos volaban a tu encuentro, hacia los días felices por tu presencia en mi vida, mis lágrimas resbalaban lentamente por mi mejilla y caían en el abismo mezclandose con el agua salada.

La suave brisa se diluía y dejaba paso a un aire fresco que poco a poco iba ganando en intensidad, mi cuerpo se estremeció en un escalofrío y sentí tus brazos rodeándome por detrás, no podía ver tu cara pero sabía que eras tú, reconocería el calor de tu cuerpo en cualquier lugar sin ninguna duda, sentí un beso en mi cuello y apreté mi espalda a tu pecho dispuesta a disfrutar de tu efímera presencia.

Una voz grave pronunciando mi nombre me devolvió a la realidad, la humeda hierba que momentos antes sentía bajo mis pies descalzos dió paso a mis suaves sábanas de franela que me mantenían caliente en mis solitarias noches de invierno.

Amanecía a través de los empañados cristales de mi habitación y la esfera de mi despertador me mostraba que se acercaba la hora de levantarme para dar comienzo a mi jornada, mientras me resistía a salir de mi maravilloso sueño recordé la voz que me despertó y la urgencia de su tono asegurándome que había llegado la hora de elegir, que no podía esperar por más tiempo y debía tomar ya una decisión, corazón o cabeza, esa era la cuestión.

Pensé en los días siempre nublados desde que no estabas a mi lado, en todo el mundo diciéndome que ahora más que nunca debía pensar con la cabeza y seguir adelante por todo lo que todavía me quedaba por vivir y mientras mi cabeza pensaba en todo eso me encontré de nuevo junto al abismo de mis sueños, un paso hacia delante y por fin estaría a tu lado navegando sobre la cresta de las olas junto a tí otra vez, porque si el corazón estaba muerto la vida no tenía sentido.

Un suave beso en mi cuello y tu voz preguntándome si ya habia tomado una decisión me despertó a la realidad, te abracé mientras te decía que no lo había pensado todavía y mirándome a los ojos me hablaste de tomar decisiones de vez en cuando con el corazón sin dar tantas vueltas a la cabeza




Este sábado conduce Gustavo http://callejamoran.blogspot.com/