lunes, 23 de noviembre de 2009

LA MIRILLA



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No pudo evitar echar una ojeada a través de la mirilla de la puerta, una sensación de angustia la había comenzado a invadir de repente y no sabía a que podía deberse, pero sentía un peligro inminente, como si un sexto sentido la avisara de que su vida corría peligro.

Acababa de acomodar su ojo al pequeño círculo de cristal incrustado en su puerta que le mostraba el rellano de su escalera cuando lo vió asomarse, era un hombre de mediana edad, no demasiado alto, pero de impecable aspecto, le observó rapidamente y su piel comenzó a erizarse, su sensación de miedo creció hasta convertirse en terror, llevaba un traje blanco y zapatos del mismo color, impolutos a pesar del tiempo lluvioso que reinaba ese día, un sombrero blanco le cubría la cabeza y hacía sombra a su cara, lo que le daba un aspecto de mafioso digno de la mejor de las películas.

Le seguian dos hombres algo más jóvenes y bastante más altos, también con traje pero en color negro lo que hacía destacar su blanca camisa, ellos no llevaban sombrero pero si unas gafas negras que ocultaban sus ojos.
Carla corrió en silencio el pasador de su puerta mientras pensaba que seguramente no serviría de nada, tenía uno de los tornillos bastante flojo por lo que con un empujón serían capaces de abrirla, quizá si fuese capaz de coger sus llaves y darle vueltas a la cerradura podría ganar tiempo para llamar a la policía, pero no pudo, para entonces el pánico se había apoderado por completo de su cuerpo lo que le hacía imposible mover uno sólo de sus músculos, se sentía agarrotada y mientras tanto su cabeza no paraba de dar vueltas buscando una razón que la hiciera comprender el porqué de ese ataque, era incapaz de encontrar un solo motivo por el que esas personas quisieran hacerla daño.
Pasaron delante de su puerta y se colocaron a la derecha por lo que desaparecieron del limitado campo visual que le mostraba su mirilla, estaba aterrada, los imaginaba sacando sus pistolas, agazapados junto a la puerta a la espera de la orden que la derribaría y entonces acabarian con su vida, mañana sería portada en la prensa local y nadie ni siquiera ella sabría por qué había sucedido.

Su pecho le dolía al soportar los fuertes latidos de su corazón, eran tan intensos que podía oirlos en sus sienes por encima de cualquier otro sonido, sus piernas fueron cediendo poco a poco, incapaces de sujetarla por más tiempo, hasta que quedó sentada en el suelo junto a la puerta y apoyada en la pared, le pareció oir un murmullo en la casa de al lado, parecía como si alguien se dirigiese hacia la pared sobre la que se apoyaba y que dividía su piso del contiguo.

De pronto su vecina abrió la puerta y la oyó decir con voz alegre:

-Llegais pronto, sois los primeros, pero mejor porque así me ayudareis a preparar las bebidas de la fiesta, por cierto venis muy elegantes, estoy segura de que nos lo pasaremos estupendamente.

Carla cerró los ojos y se dejó llevar por la semiinconsciencia, la oscuridad la envolvió y consiguió que por fin su cuerpo entrara en un estado de relajación, pensó que cuando despertara le dolería todo el cuerpo por la tensión acumulada, pero eso sería si se despertaba.


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jueves, 19 de noviembre de 2009

"Este jueves, un relato" Convocatoria de Tésalo


AMIGOS, AMIGAS Y CAMARADAS


Una vez tuve un amigo, un amigo con el que hablaba, con el que me sentía bien, un amigo que me contaba sus cosas, que me acompañaba a casa cogidos del dedo y me daba un beso en la mejilla de buenas noches.

Era una persona especial, de las que te encuentras pocas en la vida (aunque yo todavía no sabía eso) y aún no sé por qué nuestras vidas se separaron, tomamos caminos diferentes y no nos volvimos a ver, me dijeron que sus sentimientos estaban cambiando y no quisimos hacer frente a algo más.

Hasta ayer, ayer le vi, me dijeron que estaba ahí, y aún así me costo reconocerle, recordar su cara, han pasado más de veinte años de aquello y aún así me siento afectada, siento que he perdido a parte de mi gente, la perdí cuando me fui de allí y no sé si ha merecido la pena...


Reflexiono y pienso en lo que he ganado


... llegaste a mi vida para acabar con mi letargo, para que volviera a abrir sin miedo una puerta al mundo exterior, ofreciéndome un despertar lleno de cariño, apoyo y respeto con tus ojos y tu sonrisa siempre dispuesta a ayudar, a pedirme opinión de mil cosas y a escucharme atentamente, recordando cada detalle de nuestras conversaciones, cada cosa que me gustaba, y siempre estando pendiente de mi, de cada gesto, de cada movimiento, de cada palabra.

Hoy me reprocho a mi misma, como tantas veces, no haber cumplido mi promesa de vernos a menudo, de hablarnos y contarnos como nos va, añoro no ver tu sonrisa de vez en cuando, extraño tus palabras y reflexiones, echo de menos simplemente que no estés aquí, pero no quiero ser egoísta.
Donde estés quiero que estés tranquilo y feliz, pero quiero decirte que te extraño, que son muchas las cosas que querría contarte y preguntarte pero me quedo con tantos y tantos momentos que hemos vivido juntos, las charlas que tuvimos, los recuerdos compartidos.


Hoy, queridos amigos del pasado, sólo quiero deciros, que os echo de menos y que estoy segura de que nuestros caminos se volverán a cruzar, mientras tanto, en el presente, otros ocupan el espacio que vosotros dejasteis y que algunos más todavía están por llegar



UNA SONRISA POR FAVOR


martes, 10 de noviembre de 2009

RECUERDOS

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Entre mis más antiguos recuerdos está instalada la atracción hacia ese oscuro y pequeño lugar.

Recuerdo a mi abuela con su enjuto cuerpo siempre vestido de negro, su inseparable pañuelo que ocultaba su cabello nevado por tantos duros inviernos, sus pies cubiertos por zuecos de madera que la aislaban de la fría y húmeda tierra y un cubo de metal en la mano subir cada tarde los grandes escalones de piedra con una pesada llave en su arrugada pero suave mano que abría la puerta de madera quejosa por los años.

Cada tarde yo la esperaba unos pasos más atrás negándome a acompañarla dentro, sin quitar la mirada de esa puerta por la que ella había desaparecido y de la que desde la distancia unicamente se sentía oscuridad, para ayudarla a llevar a casa el pesado cubo lleno de patatas con el que prepararíamos la cena, ese lugar me atraía y aterraba en la misma medida sin saber por qué.

Cada año, cuando volvíamos en vacaciones, mi abuela insistía en que la acompañara y cada año mi negativa era la misma, seguía tan reacia a acercarme a aquel lugar como a probar los pequeños pimientos de padrón que la ayudaba a recoger de las matas tan cercanas al lugar que me atormentaba sin motivo.

Una fría y húmeda noche de invierno, casi al término de mi adolescencia, recibimos la noticia de la muerte de mi abuela, mientras mi madre lloraba su orfandad, mis pensamientos volvieron hacia ese lugar y de repente supe que podía entrar, que nada debía temer porque ella siempre estaría allí, en su querido horreo, para velar por todos los que tanto la queríamos.

Fue triste volver y comprobar que se había convertido en un espacio vacío, sin uso, relegado al olvido, sin embargo cuanto más me acercaba mejor me sentía, notaba como ella estaba junto a mí en ese lugar.

Ahora después de tantos años, al reencontrarme con esta vieja foto, he visto de nuevo a mi abuela y nos hemos sonreido felices.
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sábado, 7 de noviembre de 2009

“El lugar desde el que escribo" Sábados literarios de Mercedes



El olor a salitre inunda por completo mis sentidos y penetra por cada poro de mi piel mientras la brillante luz del día me inunda por completo aportándo calor y color a mis pensamientos.

Desde mi terraza observo los barcos pesqueros salir a faenar cada noche lejos de las tranquilas aguas de esta pequeña bahía que se extiende ante mí, volviendo cada mañana temprano a vender el pescado, conseguido con gran esfuerzo durante la oscura noche, en la lonja habilitada para ello que se encuentra a mis pies.

Apenas un pequeño giro de cabeza a la derecha y la veo la pequeña playa en la que todavía queda gente, pocos ya a estas alturas de otoño, madres con niños jugando en la arena, construyendo pequeños castillos que llenan de grandes sueños y aventuras, paseantes que recorren los apenas seiscientos metros de orilla una y otra vez, mirando el horizonte, perdidos en sus pensamientos o comentando con su acompañante.

La escarpada costa se extiende a ambos lados de mi vista salpicada por pequeñas casas y urbanizaciones aportando colores diversos a la vegetación de pino bajo y alcornoques típica de esta zona, cada recoveco esconde una cala mágica en la que disfrutar de la naturaleza en estado puro.
La pequeña Rambla junto al Paseo del Mar es lugar de obligado paso desde el centro histórico del pueblo a mi remanso de paz, un café en alguna de sus terrazas me aporta un mundo lleno de sensaciones multicolor, diversas culturas se reunen en los últimos años aportándome notas diferentes y coloristas con sus costumbres y vestimentas tan diferentes a las nuestras.

Detrás de mi se extiende la ciudad, cuesta arriba, entre sus calles el mundo se asemeja al de cualquier otra parte, bullicioso, repleto de actividad, pero eso es detrás, por eso mi lugar preferido es la terraza, disfrutando de ese oasis de paz y tranquilidad que me proporciona la energía necesaria para recargar mi interior.






Mas relatos en: http://ardilla-roja.blogspot.com/

viernes, 6 de noviembre de 2009

10 LECCIONES SOBRE LA VIDA, POR ALBERT EINSTEIN

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1. "Alguien que nunca ha cometido errores nunca trató de hacer algo nuevo."

2. "La educación es lo que sobra después que a uno se le olvida lo que aprendió en la escuela."

3. "Soy lo suficiente artista como para dibujar de mi imaginación. La imaginación es mas importante que el conocimiento. El conocimiento es limitado. La imaginación envuelve al mundo."

4. "El secreto de la creatividad es saber esconder tus fuentes."

5. "El valor de un hombre debe medirse por lo que da y no por lo que recibe. No trates de convertirte en un hombre de éxito sino en un hombre de valores."

6. "Existen dos maneras de vivir: Puedes vivir como si nada es un milagro, o puedes vivir como si todo es un milagro."

7. "Cuando me examino a mí mismo y mis métodos de pensar, llego a la conclusión que el don de la fantasía ha significado mas para mí que cualquier otro talento para pensar positivo y abstractamente."

8. "Para ser un miembro inmaculado de un rebaño de ovejas, uno debe, sobre todas las cosas, primero ser una oveja."

9. "Debes aprender las reglas del juego. Y después debes jugar mejor que todo el mundo."

10. "Lo importante de todo es nunca dejar de hacerte preguntas. La curiosidad tiene su propia razón de existir."
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lunes, 2 de noviembre de 2009

AÑOS 60, 70...

Responde una cosa:

Si tuviste tu infancia durante los años 60, 70 ...

¿Cómo pudiste sobrevivir?

Los coches no tenían cinturones de seguridad, reposacabezas ¡¡Ni airbag!!

¡Íbamos sueltos en el asiento trasero haciendo aquella fiesta!
¡Y eso no era peligroso!
Las camas tenían escaleras y los juguetes eran multicolores con piezas que se soltaban o al menos pintados con unas tintas “dudosas“ que nunca resultaban tóxicas.

No había trabas de seguridad en las puertas de los coches ni llaves en los armarios de medicamentos, detergentes o químicos domésticos.


¿Quién no deseó tener un cachorro Rin Tin Tin?

Nada de comida especial para perros.

Comían lo mismo que nosotros (muchas veces los restos)

¡Y sin problema alguno!
¿Baño caliente? ¿Champú? ¡Nada!
Uno agarraba al perro y otro con una manguera (fría) iba mojandolo y refregandolo con (créanlo) jabón (en barra) ¡De lavar la ropa!
¿Algún perro murió o se enfermó por causa de eso?

A pie o en bicicleta, íbamos a casa de nuestros amigos, así viviesen a kms de nuestra casa, entrábamos sin golpear la puerta e íbamos a jugar.

La gente andaba en bicicleta para allá y para acá, sin casco, guantes, canilleras o coderas...
Bebíamos agua de filtro de barro, del caño de una fuente, de una manguera, y no aguas minerales en botellas ¨esterilizadas¨.
Comíamos dulces a voluntad, pan con mantequilla, bebidas con el (peligroso) azúcar.

No se hablaba de obesidad, jugabamos siempre en la calle y éramos super activos ...

Compartíamos con nuestros amigos una limonada comprada en el quiosco de la esquina, y nunca nadie murió por eso ....

Construíamos aquellos famosos carritos de ruedas y quienes tenían la suerte de vivir cerca de una bajada asfaltada, podían tentar batir récords de velocidad y hasta verificar en el medio del camino que habían gastado la suela de los zapatos, que eran usados como frenos...Y estaban descalzos...

¡Verdad! Allá afuera ¡En ese mundo inseguro! ¿Cómo era posible? Jugábamos fútbol en la calle, con un arco de dos piedras ... nadie quedaba frustrado y no era el ¡“FIN DEL MUNDO“!

Íbamos a jugar a la calle con una sola condición:

volver a casa antes del anochecer.

No había moviles...

¡Y nuestros padres no sabían dónde estábamos!

¡Era increíble!

Teníamos clases mañana y tarde, e íbamos a comer a casa.

Nada de Playstations,

Nintendo 64, juegos de Vídeo ,

Internet por satélite,

Video cassetes y DVDDolby surround,

Movil con cámara

Ordenador

Chats en Internet

Sólo amigos.

En la escuela teníamos buenos y malos estudiantes.

Unos pasaban y otros repetian.

Nadie iba por eso a un psicólogo o un psicoterapeuta.
No habia la moda de los superdotados, ni se hablaba de dislexia, problemas de concentración, hiperactividad.

Quien no pasaba, simplemente repetía de año y trataba de nuevo ¡el año siguiente!
Nuestras fiestas eran animadas con tocadiscos deslizando sus púas sobre los discos de vinilo, había luz negra y una refrescante Indian Tonic.

Teníamos:

Liberdad,
Fracasos,

Éxitos
y

Deberes.

¡...y aprendímos a lidiar con cada uno de ellos!

La única verdadera pregunta es:

¿Cómo la gente consiguió sobrevivir?

Encima de todo

¿cómo conseguimos desarrollar nuestra personalidad?

¿Eres también de esa generación?

Si ... entonces tus hijos sin duda dirán

Que aburrido !!!!....

¡¡¡Pero que Felices éramos!!!


Cuando recibo correos como este todavía me admiro de cuanto han cambiado las cosas en estos años, no han sido tantos pero parece que la situación descrita esté a mil años luz de ahora.
Realmente las cosas han mejorado mucho en la mayoría de los casos, pero no dejo de preguntarme si muchas de las cosas perdidas no les hubiera gustado vivirlas a nuestros hijos, si no les hemos quitado en este camino pequeños placeres que nosotros recordamos con cariño y que nos han servido para forjar nuestro carácter.
Si, ahora todo es mejor, más sano, más seguro y más moderno, también hay más insegurdad en las calles, pero a veces pienso si el precio pagado por todo lo conseguido no es demasiado, si un término medio no habría sido más adecuado.
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