lunes, 3 de noviembre de 2014

SABOR A CORAZÓN

A  veces, mi alma siente nostalgia de aquellos amaneceres compartidos, de leer en tus oscuros ojos brillantes poemas nunca antes oídos.

A veces, he anhelado que interpretases en mi tímida sonrisa, una invitación para olvidar las barreras que nos separaban, los compromisos adquiridos, y convertirnos en nómadas dejando que las estrellas nos arropasen cada noche en un oasis distinto.

Y a veces, sólo a veces, el color en mis mejillas casi dejó traslucir mi deseo de regalarte una alfombra de hojas secas, un otoño completo, envuelto en el papel transparente de mis palabras.

Pero, al final, nunca fui capaz de expresarte ese anhelo de un abrazo, de ignorar esa vida que difuminaba y fracturaba mis sueños, nunca fui capaz de reivindicar mi deseo de un simple beso.

Y así, viviendo dormida, pasó la vida junto a mí, sin rozarme, sin dejarme sentir, y durmiendo sin sueños, mi mente en blanco, poco a poco, hizo que las musas se alejasen de mí.

Cansada de vivir en un vacío inmenso, entre sonrisas fugaces que no dejaban de mentir, pienso en mis venas repletas de un líquido viscoso que, desde que te fuiste, ya ni corre ni arde dentro de mí.

Buscando lo imposible, escucho como mi corazón me indica el camino a seguir, me miro en el espejo e intento ver todo lo que soy y todo lo que siempre fui.

Olvido el silencio infinito y, sobre una estela, me preparo para volver a vivir ilusiones y recuerdos que acerquen la inspiración de nuevo a mí.

Soñando despierta los caminos de la realidad se cruzan al llegar a mi destino y unas notas musicales, que no puedo ni quiero dejar de oír, me acompañan en este viaje siempre hacia el interior de mi.

Neones de colores y metros sin fin, dan lugar a episodios que algún día quizá pueda llegar a describir, cobalto sobre blanco, en páginas sin fin.

Porque ahora, por fin, tantos años después, veo en mi mente y en mi corazón imágenes de otra vida ya vivida, de recuerdos olvidados, de emocionantes viajes por el mundo sin mas equipaje que su mirada y sin otro mapa que su sonrisa.

Porque allí, entre estelas, le reencontré; espontáneo, dulce, suave, tierno y con sabor a corazón.