HISTORIAS CALENTITAS
El viaje hasta tí ha sido largo y duro, el cansancio de tantas horas conduciendo se acumula en mi cuerpo y, a pesar de que el tiempo ha mejorado, tan sólo con cerrar los ojos sigo oyendo como las gotas de agua chocan contra el asfalto cada vez con más fuerza, ese ha sido el tintineo que me ha acompañado durante todo el camino que me acercaba al lugar de nuestro oculto encuentro.
Comienzo a sentirme por fin más tranquila cuando nos encontramos en la terraza del hotel, la vista es maravillosa, aún más increíble de lo que había imaginado. El sol brilla con fuerza al reflejarse en el mar, tanta luminosidad hace daño a mis pupilas acostumbradas a los grises días del invierno, pero a pesar de ello no me canso de mirar la bahía que enmarca ese majestuoso mar azul que se ofrece ante mí.
Te siento detrás, siento como te acercas a mí, como tu pecho se funde con mi espalda y tus brazos rodean mi cuerpo mientras me susurras al oído que ahora necesito relajarme; me coges de la mano, me llevas contigo y me susurras que vas a hacer todo lo posible para que este encuentro sea inolvidable, me llevas al baño y me muestras la gran bañera llena de espuma con un agradable aroma a rosas que lo impregna todo.
Me dejas a solas, me quito la ropa y me sumerjo en ese agua que me invita a disfrutar silenciosamente, mientras una gran emoción me embarga al darme cuenta de que has pensado en todos los detalles para que mi corazón se sienta pleno de felicidad y mi mente no vacile ni por un momento en que merezco este descanso de la rutina diaria.Suena una suave música de fondo que inunda por completo mis sentidos y cierro los ojos completamente relajada; te acercas a mí sujetando dos copas de champán, me entregas una mientras levantas la otra y ofreces un brindis por nosotros, por el sentimiento que nos embarga, porque este momento sea infinito y sobre todo inolvidable.
Uno mi copa a la tuya mientras te digo que ya lo es, que con tus detalles estás fabricando recuerdos que harán inolvidables cada uno de los segundos de este día y mirándonos a los ojos tomamos un sorbo del fresco, dorado y burbujeante brebaje.
Te inclinas hacia mí y me besas suavemente dejándome con ganas de probar tus labios, de saborear la dulzura que apenas he intuido en ese breve roce, pero que ha conseguido dejarme hambrienta de ti.
Te miro con ojos suplicantes pidiéndote más en silencio y me coges en tus brazos, empapando por completo el pecho de tu camisa, me llevas a la amplia cama en la que me posas con suavidad mientras me susurras al oído que me deseas y tus labios recorren mi cuello con una dulzura infinita.
Cuando muevo mis manos para desabrochar tu camisa y poder abrazar tu cuerpo me doy cuenta de que estoy acostada sobre un lecho de pétalos, cientos de pétalos de rosa que previamente has colocado sobre la cama para hacer de este momento algo único e inolvidable.
Cierro los ojos para sumergirme aún más en las intensas sensaciones que me producen tus manos recorriendo suavemente mi cuerpo buscando el camino hacia mi cintura, me abrazas con fuerza mientras tus labios se deslizan buscando mis pechos que te esperan impacientes, mis manos están a punto de tocarte cuando no se muy bien qué me hace que abrir los ojos.
No te encuentro junto a mi, durante unos eternos instantes te busco, palpo la cama en la que hace tan sólo un momento me abrazabas, mis labios pronuncian tu nombre en un grito silencioso mientras la angustia se apodera de mi pecho y la locura que produce el miedo va ocupando gran parte de mi mente.
La habitación se ilumina por un momento y tú no te estás en ella, los pétalos de rosa han desaparecido, busco las copas de champán con la mirada cuando un fuerte ruido retumba en mis oídos, tan cerca que mi cerebro por fin reacciona y comprendo que todo ha sido un sueño.
Fuera sigue lloviendo, de nuevo oigo como las gotas de agua chocan contra el asfalto cada vez con más fuerza, por entre las rendijas de mi persiana vuelve a colarse un intenso resplandor que lo ilumina todo a mi alrededor y casi inmediatamente un gran estruendo me estremece de nuevo, mi habitación vuelve a quedarse a oscuras y yo me acurruco cada vez más entre mis sábanas.
Más historias calentitas en: http://callejamoran.blogspot.com/