
Llueve. Oigo como las gotas de agua empujadas por el viento chocan contra el asfalto cada vez con más fuerza. Por entre las rendijas de la persiana se cuela un intenso resplandor que ilumina todo a mi alrededor y casi inmediatamente un gran estruendo me estremece, la habitación vuelve a quedarse a oscuras y yo me acurruco entre las sábanas.
Te siento, siento como te acercas a mí, como tu pecho se funde con mi espalda y tus brazos rodean mi cuerpo mientras me susurras al oído que no me preocupe, que el viaje que estamos a punto de comenzar juntos será maravilloso.
Miro el reloj, son las seis de la mañana y sé que no podré volver a dormir. Me levanto y observo la habitación del hotel donde viviré el próximo mes, hasta ahora los nervios atenazaban de tal forma mi ser que no fui capaz de reparar en ningún detalle pero es bastante impersonal y un tanto fría. Veo el osito de peluche que ha viajado con nosotros hasta este lejano y desconocido país y pienso que en apenas cuatro horas tendrá lugar el encuentro más importante de mi vida, el que conseguirá por fin llenar esa faceta incompleta que habita en mi interior y que lucha por salir a la superficie desde hace tanto tiempo.
Te levantas junto a mí y me abrazas mientras me dices que esté tranquila, que ya queda poco, que todo saldrá bien... Pareces tranquilo pero yo sé que en tu interior estás tan nervioso como yo y que tampoco has dormido esta noche imaginando como será todo a partir ahora.
Nos vestimos y salimos hacia el lugar del encuentro que nos cambiará la vida para siempre. Nuestra impaciencia hace que lleguemos con demasiada antelación y decidimos tomar un café mientras los minutos pasan lentamente y yo abrazo con fuerza el osito de peluche que entregaré dentro de poco al que será artífice de mi nueva vida, de nuestra nueva vida... Al que hará inolvidable el viaje a este país donde ha nacido, vive y espera también impaciente por conocernos.....
.....NUESTRO HIJO
.....NUESTRO HIJO
