lunes, 4 de enero de 2010

LA TORRE DE LOS SUEÑOS

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Esta entrada en realidad surgío para el sábado de Mercedes
"he tenido un sueño", pero se estaba alargando demasiado...


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Érase una vez un reino perdido y olvidado por todos los demás reinos desde hacía ya tanto tiempo que nadie recordaba su existencia y mucho menos su nombre.

El reino se encontraba situado en la cima de la más alta montaña del país, era un reino oscuro, siempre cubierto de una densa niebla que hacía imposible ver más allá de un par de metros de donde uno se encontraba, lo que obligaba a sus habitantes a andar continuamente con un gran cuidado de mirar por donde pisaban por miedo a caerse por cualquier precipicio de los que abundaban en los alrededores.

Nadie del lugar sabía lo que era el sol, ni la primavera, ni habían visto nunca una simple flor, pues en medio de ese clima oscuro y húmedo habían vivido toda su vida y ni siquiera podían imaginarse que pudiese ser de otra forma en otro lugar, realmente ni siquiera imaginaban que pudiese existir otro lugar, ya que nunca habían salido de allí ni nadie había llegado hasta ellos.

No siempre había sido así, hubo un tiempo en el que incluso fue un reino admirado por muchos y visitado a menudo a pesar de lo complicado que era llegar hasta él.

Desde el castillo del rey que estaba situado en la cima de la montaña se veían los hermosos valles y montañas que lo rodeaban por todas partes y que lucían espléndidos durante el buen tiempo lo que animaba a sus vecinos a realizar muy a menudo el esfuerzo de recorrer una y otra vez la empinada subida, ya que el rey tenía a bien dejar subir a cualquiea que lo deseara a la torre más alta del castillo, sabedor de que era el lugar predilecto para soñar hermosos sueños de futuro.

Un precioso día de verano el rey se encontraba en lo alto de la torre cuando soñó que su querida hijita, que era poco más que un bebé, se enamoraría en su juventud de un hombre extranjero que llegaría al reino atraido por la fama alcanzada por sus maravillosas vistas y le seguiría sin dudarlo.

Deslumbrado por la hija tardía que pensaba que ya nunca tendría, el rey no paraba de pensar en como podría evitar que se alejara de su lado, tantas vueltas le daba a su cabeza que ya no existía ningúna otra preocupación para él, no podía dormir por las noches y apenas comía cayendo en un profundo estado de abatimiento.

Un día tomó una decisión inquebrantable, cerraría las puertas de las murallas del reino, de esa forma nadie podría entrar en él y su hija no se alejaría nunca de su lado, pero con esa decisión tomada por el rey no sólo se quedaron aislados del mundo sino que se perdieron los sueños y el reino se fué oscureciendo cada día más.

Así pasaron años y años, tantos que ya ni los más ancianos del lugar recordaban haber vivido días que no fueran grises.

Por entonces Quimera, el joven hijo del rey que decidía en ese momento el destino del reino, descubrió la torre tantos años cerrada, desde esa altura y extendiendo la mano podía tocar las densas nubes y maravillado por ello comenzó a imaginar un mundo nuevo y desconocido.

Aquella noche el príncipe no dejó de preguntarse si tras la niebla habría algo más, durante horas y horas pensó en ello, por arriba era imposible ya que el castillo estaba situado en la cima, pero quizá por abajo podría encontar algo diferente.

Una vez tomada la decisión se lo contó a sus padres, los reyes, los cuales no estaban de acuerdo en la aventura que quería llevar a cabo su hijo pero se sintieron incapaces de oponerse, ya de pequeño había sido un niño curioso, inquieto y muy tozudo, se dieron cuenta en el mismo momento en que nació y vieron aquella mata de pelo rojizo que le caracterizaba, era diferente a todos los demás.

Así que con todo el dolor de su corazón le permitieron irse, no sin antes hacerle prometer que estaría de vuelta antes de su mayoría de edad, para la que faltaba poco más de un año, ya que en ese día debía elegir entre las jóvenes del reino la que sería su esposa.

Quimera pensó detenidamente en el viaje, y dos días después cuando tuvo preparado todo lo que consideró que podía llegar a necesitar traspasó las puertas de la muralla del reino.

Cuando las puertas se cerraron a su espalda sintió soledad y miedo pero estaba decidido a seguir adelante, comenzó a bajar con gran cuidado por una intransitable senda que apenas se distinguía a sus pies comprobando estupefacto como poco a poco la niebla iba desapareciendo y en su lugar aparecía ante sus ojos un mundo nuevo lleno de olores, colores y sensaciones desconocidas.

Siguió andando durante horas sin dejar de maravillarse ante lo que descubrían sus ojos y cuando la montaña en la que estaba situada su reino no era más que una sombra lejana encontró un camino abierto por el hombre...



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5 comentarios:

  1. Si me dejas me voy con QUIMERA yo también.... Admiro tu imaginación para crear estas historias.
    un fuerte abrazo.

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  2. ¡Estupenda la historia!, me gusta y estoy deseando que me la sigas contando.
    ¿No te has planteado contar cuentos?. la verdad es que cuentes lo que cuentes me gust.
    Muxuak.Zorionak eta Urte Berri On!

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  3. Quizás Quimera ya
    no quiera regresar
    al mundo de las
    sombras después de
    ver los rayos de sol
    y todo lo que engendra.

    Besiños

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  4. Tienes una imaginación prodigiosa!!!!! Pienso como Alosia, eres una escritora "tapada"..... así que haz el favor de "salir" y permitirnos disfrutar con tus fantásticas narraciones.
    UN BESITO GRANDE, PRECIOSA.

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  5. Bueno, cuando he empezado a leer me ha entrado la sensación de que estábamos en España, andando siempre con cuidado por entre una espesa niebla con cuidado de no caer por el precipicio... Disculpa la metáfora pero, como dice mi amigo Fedón, lo hermoso de los escritos es que quien los lee siempre añade algo más.
    Me voy con Quimera, a ver si me muestra el camino hacia la consecución de él mismo.
    Un besito.

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Una voz fuerte no puede competir con una voz clara, aunque esta sea un simple murmullo.
Confucio