Quimera dudó un mometo mirando hacia ambos lados del camino, hacia la derecha tenía ante sus ojos un bosque sin fin y hacia la izquierda se extendía una gran llanura.
Aún maravillado por el calor que le ofrecía el sol recién descubierto decidió disfrutar de él todo lo que le fuera posible y siguió caminando durante horas por la llanura sin sentir ningún cansancio, sin dejar de admirar cada especie de flor diferente que encontraba en su camino ni de probar la innumerable variedad de frutos que aquel extraordinario mundo ponía a su alcance.
Cuando oscureció decidió que un gran árbol al borde del camino sería el compañero ideal de sueños y en su compañía pasó la primera noche fuera de su casa meditando la candidad de novedades que había descubierto e intentando guardar en su memoria cada una de ellos para después describírselos a su padre.
El amanecer le sorprendió despierto y sus ojos se llenaron de decenas de colores diferentes e imposibles de imaginar para él el día anterior, a pesar de no haber dormido apenas no sentía cansancio y siguió su camino lleno de alegría.
Pocas horas después divisó frente a él un pequeño lago, no era en realidad muy grande pero a sus ojos le pareció inmenso ya que era la primera vez que veía tanta cantidad de agua junta, una punzada de miedo se instaló en su interior pero era más fuerte su curiosidad por tocar esas quietas aguas, esa bañera gigantesca en la que podrían bañarse a la vez todos los habitantes de su reino.
Se quitó las botas poco a poco e introdujo los pies en el agua que le refrescó al momento, decidió que ya era hora de darse un buen baño después de la larga caminata y se quitó el resto de su ropa dejándola en la orilla cerca de donde él se encontraba.
Quimera se encontraba feliz por tanta novedad en su vida cuando notó un suave roce en una de sus piernas, no le hizo mucho caso de momento pero cuando la misma sensación se volvió a repetir y miró hacia abajo divisó unos seres pequeños pero monstruosos debajo del agua, nunca había visto nada igual por lo que el pánico comenzó a apoderarse de él por completo y empezó a gritar y chapotear mientras intentaba correr hacia la orilla y sus pies se hundían en la arena dificultando sus movimientos.
-¡Para ya!, deja de chapotear y de gritar, estás espantando todos los peces con tus movimientos y todavía no ha terminado mi jornada de pesca.
Quimera se paró de golpe, era la primera vez que se encontraba con otra persona desde que salió de su casa, era un joven de más o menos su edad, no muy alto, un muchacho de cabellos oscuro y piel tostada por el sol, admiró el artilugio nunca antes visto que tenía en las manos mientras le contestaba, le parecía una larga vara de cuyo extremo colgaba una cuerda fina y terminaba en uno de los habitantes del lago.
-Perdona, no sabía que no podía bañarme en el lago, no he visto ningún cartel que avisara del peligro de esos endemoniados seres que hay dentro del agua y después de dos días de intensa caminata me venía bien un remojón.
-Eres forastero ¿verdad?, nunca antes te ví por aquí y con el color de tu pelo hubiese sido dificil olvidarte.
-Acabo de llegar, en realidad eres la primera persona que veo que no pertenezca a mi família o a mi pueblo, mi nombre es Quimera.
-Yo soy Isteben y vivo en la adea que está cerca de aquí, al borde del lago, soy pescador, como casi todos los de por aquí. En vista de que me has espantado la pesca daré por terminada mi jornada, de todas formas ya tengo suficiente pescado para que coma hoy mi familia.
Viendo que Quimera observaba estupefefacto su caña y el pescado que de ella colgaba le explicó que esos animales que vivían en el lago eran su principal fuente de sustento y le invitó a acompañarle a su casa y a probar ese desconocido manjar asegurándole que sería muy bienvenido por parte de su familia.
Quimera aceptó encantado la oferta y marchó con su recien descubierto amigo y en su casa disfrutó de una opípara comida a base de pescado, alimento nuevo para él porque en la montaña donde vivía no existía más que un pequeño riachuelo que apenas cubría sus necesidades de agua y donde desde luego no había ninguno de esos seres que su amigo le dijo que se llamaban peces.
La aldea de Isteben era pequeña, con pequeñas casas pintadas de blanco y puertas y ventanas azules, era un lugar sencillo, con gente sencillas y acogedoras que recibieron a Quimera con alegría ofreciéndole lo poco que poseian.
Durante cinco semanas vivió en casa de Isteben con sus padres y sus dos hermanos pequeños, aprendió a pescar casi tan bien como su amigo, a limpiar y cocinar el pescado de mil formas distintas, a conservarlo de diferentes maneras para que en época de escasez no les faltase el sustento y además de todo eso descubrió otras muchas cosas, tan desconocidas para él como antes eran los peces.
Descubrió como moverse por encima de las aguas con un pequeño barco, algo que le atrajo muchísimo y que pronto aprendió a dominar a la perfección con su buen amigo a su lado indicándole cuando y de que manera debía usar las velas y cuando conseguirían moverse mejor usando los remos.
Hablaron durante horas y horas, y descubrío que existian muchísimos pueblos después de aquel, que las personas podían ser de diferentes colores y hablar diferentes idiomas pero que a pesar de ello eran sus iguales, que existían tierras sin vida sólo con arena y en ellas también moraban otros hombres que iban cubiertos por túnicas y tenían extraños animales con joroba, oyó hablar del mar repleto de peces enormes y diferentes y tan grande que no se adivinaba su fín, aunque le aseguraron que después de él había más tierra y más personas viviendo en ella.
Tantas cosas descubrió Quimera que a pesar de lo bien que se encontraba con su amigo y su familia, las ganas de descubrir ese nuevo mundo con sus propios ojos cada vez eran mayores, además no olvidaba la promesa hecha a su familia de volver antes de su mayoría de edad, así que una mañana se despidió de todos ellos y partió rumbo al norte para seguir su aventura.
Este buscador de Quimeras no parece ser fácil de contentar...veremos cómo sigue.
ResponderEliminarsaludos.
Mucho le queda por descubrir todavía, espero que lo que encuentre sea real, triste y alegre, le emocione y le decepcione, le apasione y le deje indiferente porque MUCHO LE QUEDA POR DESCUBRIR.
ResponderEliminarBesitos.
Mar, tocayita, este Quimera promete...
ResponderEliminar¡acaba de empezar su aventura, no nos dejes aquí...!
Un abrazo nevao
Sigo acompañando a QUIMERA. Acompañarlo está de más!!!
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