Es una preciosa mañana de primavera, el cielo está despejado y la temperatura es suave y muy agradable lo que promete un caluroso día según avancen las horas, desde la ventana de mi buhardilla observo el edificio de enfrente, a estas horas casi todas las ventanas están abiertas para que la agradable brisa matinal renueve el aire viciado de los hogares que durante toda la noche han permanecido cerrados por las temperaturas todavía demasiado bajas de las madrugadas.
Observo al vecino del primer piso, es un anciano, está sentado en el sofá, viendo la tele, como está la mayor parte del día desde que murió su mujer hace poco más de un año, ella era el alma de esa casa, la que organizaba todo, la que siempre estaba de un lado para otro charlando con los vecinos, disfrutando de cada momento y arrastrando con ella a su marido que se dejaba llevar a regañadientes por su vitalidad, ahora él está siempre solo, viendo la tele, sin tener con quien hablar, en este momento llega la señora que se ocupa de arreglarle la casa y hacerle la comida, fue su hijo el que le mandó contratarla para que estuviese atendido puesto que con su pensión se lo puede permitir, con ella apenas intercambia un saludo cuando llega y otro cuando se va y únicamente se moverá del sofá para que ella arregle la sala de estar; a la tarde saldrá a dar un pequeño paseo en el que se llevará como cada día el bastón que usaba su mujer y que él ha cambiado por el suyo desde que ella no está, después volverá a su sofá, esperando que pasen las horas y los días hasta que llegue el miércoles siguiente a las ocho de la tarde que es cuando su único hijo pasa junto a él media hora para cerciorarse de que sigue al pie de la letra sus recomendaciones.
En el segundo piso vive un matrimonio, desde que se jubiló el marido pasa casi todo el día en una huerta que tiene en las afueras y ella como siempre se sienta en la silla que tiene junto a la ventana con una labor de costura en las manos, no distingo de que se trata desde esta distancia pero sospecho que es la misma desde hace años y que le sirve de excusa para estar pendiente de lo que pasa en todo el barrio, no me cae bien, cuando me la cruzo por la calle me mira de arriba abajo con cara de desaprobación mientras comenta con algún vecino la vida de cualquier otro, no, realmente no me cae bien y no reparo más en ella.
El último piso es un ático, en él desde hace poco tiempo vive un hombre sólo, aunque apenas distingo su casa le suelo ver asomado a la terraza mirando a lo lejos, desde esa altura estoy segura de que divisa el mar, tan cercano a pesar de los bloques de hormigón que cuando la brisa sopla del norte se puede oler, me gusta observarlo al mediodía cuando sale con una cerveza a la terraza y sus ojos se pierden en la distancia inmersos en sus pensamientos, imagino que sus ojos son verdes como las profundidades del mar, imagino que en cualquier momento mirará hacia abajo y reparará en mí observándole en la distancia, imagino que acude a mi silenciosa llamada y me habla con una voz suave y varonil que me reconforta y me aporta paz, imagino que me ofrece su mano para invitarme a ese maravilloso ático y perderme con él en el paisaje que se divisa, imagino que me invita en un caluroso mediodía a una de sus cervezas, imagino que comparte conmigo sus pensamientos más profundos, imagino.........
Observo al vecino del primer piso, es un anciano, está sentado en el sofá, viendo la tele, como está la mayor parte del día desde que murió su mujer hace poco más de un año, ella era el alma de esa casa, la que organizaba todo, la que siempre estaba de un lado para otro charlando con los vecinos, disfrutando de cada momento y arrastrando con ella a su marido que se dejaba llevar a regañadientes por su vitalidad, ahora él está siempre solo, viendo la tele, sin tener con quien hablar, en este momento llega la señora que se ocupa de arreglarle la casa y hacerle la comida, fue su hijo el que le mandó contratarla para que estuviese atendido puesto que con su pensión se lo puede permitir, con ella apenas intercambia un saludo cuando llega y otro cuando se va y únicamente se moverá del sofá para que ella arregle la sala de estar; a la tarde saldrá a dar un pequeño paseo en el que se llevará como cada día el bastón que usaba su mujer y que él ha cambiado por el suyo desde que ella no está, después volverá a su sofá, esperando que pasen las horas y los días hasta que llegue el miércoles siguiente a las ocho de la tarde que es cuando su único hijo pasa junto a él media hora para cerciorarse de que sigue al pie de la letra sus recomendaciones.
En el segundo piso vive un matrimonio, desde que se jubiló el marido pasa casi todo el día en una huerta que tiene en las afueras y ella como siempre se sienta en la silla que tiene junto a la ventana con una labor de costura en las manos, no distingo de que se trata desde esta distancia pero sospecho que es la misma desde hace años y que le sirve de excusa para estar pendiente de lo que pasa en todo el barrio, no me cae bien, cuando me la cruzo por la calle me mira de arriba abajo con cara de desaprobación mientras comenta con algún vecino la vida de cualquier otro, no, realmente no me cae bien y no reparo más en ella.
El último piso es un ático, en él desde hace poco tiempo vive un hombre sólo, aunque apenas distingo su casa le suelo ver asomado a la terraza mirando a lo lejos, desde esa altura estoy segura de que divisa el mar, tan cercano a pesar de los bloques de hormigón que cuando la brisa sopla del norte se puede oler, me gusta observarlo al mediodía cuando sale con una cerveza a la terraza y sus ojos se pierden en la distancia inmersos en sus pensamientos, imagino que sus ojos son verdes como las profundidades del mar, imagino que en cualquier momento mirará hacia abajo y reparará en mí observándole en la distancia, imagino que acude a mi silenciosa llamada y me habla con una voz suave y varonil que me reconforta y me aporta paz, imagino que me ofrece su mano para invitarme a ese maravilloso ático y perderme con él en el paisaje que se divisa, imagino que me invita en un caluroso mediodía a una de sus cervezas, imagino que comparte conmigo sus pensamientos más profundos, imagino.........
Soy consciente de que "tres son multitud"... pero si me haceís un hueco me apunto a esa cerveza en el ático... pero sobre todo me apunto a compartir la profundidad de las reflexiones que agonizan en "lo oculto"...y dejar que se refresquen con la brisa del mar... aunque solo sea por un día...
ResponderEliminarGracias por las imágenes... gracias por la evocación...
Mar, con tus líneas me haz hecho ver a través de esa ventana.
ResponderEliminarSaludos
Precioso relato, pero no esperes, sube al ático con cervezas e invitale a tomaros una en su terraza.
ResponderEliminarTriste vida la del anciano solitario y peor la de la mujer sola porque ni su marido la aguanta.
Muy bonito y bien escrito y descrito.
BUENAZA LA DESCRIPCION DE LOS PERSONAJES,VEO QUE HAY UNO, TE CAE REALMENTE BIEN,¿SE PODRAN VOLVER REALIDAD LAS FANTSIAS??
ResponderEliminarMira, compremos unas cervezas, invitemos a los viejos amargados, subamos todos al ático a divertirnos, mientras tratas de descubrir el color de ojos de tu vecino favorito. Un beso buen finde.
ResponderEliminarEnsoñador relato. No te quedes con las ganas de averiguar más cosas del inquilino preferido.
ResponderEliminarUn saludo.
Una sugerente entrada
ResponderEliminaren la que nos muestras
a través de una ventana
la vida e inquietudes
del ser humano.
Un biquiño.
Que buena descripción, uno ve a través del relato, lo que el otro imagina, me gustó mucho. un beso.
ResponderEliminarEncantador relato, con un final abierto a la esperanza, de que los sueños, algún día se hagan realidad.
ResponderEliminarUna humilde opinión..., construcitva, si la aceptas. Creo que deberías trabajar los párrafos, de manera que no fueran independientes e interminables, sino lleno de frases, con comienzo y fin. De esa manera serían más cómodos de leer, y le darías más fuerza y énfasis si cabe...
Encantado de leerte. Un afectuoso saludo.
Me ha gustado mucho el relato, imagino que esa cerveza tiene que estar de maravilla.
ResponderEliminarTambién yo suelo salir a tomar una cerveza de vez en cuando en el balcón,
pero tengo que mirar hacia arriba para ver el cielo, dejar que vuele la imaginación,
soñar despierto y buscar esa imagen que deseo encontrar.
UN ABRAZO.
Uhhh se terminó justo en lo mejor!
ResponderEliminarYo también me anoto para ir a tomar una cerveza con todos al ático ... y te arruinamos la fantasía que pesados jajajaj!
un gran abrazo
Hola Mar. A través de tu ventana hemos contemplado un pedazo de la vida misma. Asi es. Tal cual.
ResponderEliminarPero ...ese ático. ¡Ay! ese ático.
Según lo describes, seguro que las "vistas" son una invitación para subir allí. Con o sin cerveza...
Un abrazo.
Maat
me he perdido en la lejania de la mirada del vecino del atico, yo tambien me suelo asomar a la ventana o al balcon con la mirada perdida en la lejania en verano mis ojos se posan en el horizonte del mar en invierno en algun punto que no se muy bien donde esta, pero me pierdo en mil pensamientos, si alguien me observa seguro que imagina como tu muchas cosas. Pero estoy con la mayoria sube un dia con cervezas es dificil qeu el perdido en sus pensamientos depare en ti
ResponderEliminarLa historia segunda me recuerda a un argumento de una peli, "El gran Torino".
ResponderEliminarTodo ha sido muy bonito.
Un saludo
Uyuyuyyyy, que imaginación tienes, Mar.
ResponderEliminarCuidadin con las cervecitas al sol.A mi me marean y me hacen perder el "sentío" jajaja.
Tu relato me ha recordado un poco, al mio.Un poco solo.
Porque el tuyo está mucho mejor y más ampliamente relatado lo que ves en los otros pisos.
Me gusta mucho tu forma de expresarte en los relatos, Mar.
Enhorabuena
Un besito
CONTINUANDO CON LO QUE TU IMAGINAS,ME HA HECHO IMAGINAR.....QUE ES UN HOMBRE COMO EL ULTIMO DEL QUE ME ENAMORE.QUE SE GUARDA PARA SI TODO LO IMPORTANTE Y QUE DE VERDAD TIENE SENTIDO, SUS MIEDOS, SUS DERROTAS, SUS ILUSIONES, SUS DEBILIDADES, SUS VERDADERAS INTENCIONES, SUS GANAS DE SER FELIZ..........Y QUE AL FIN Y AL CABO MEJOR PISO EN LA TIERRA Y LE DEJO CON SU CERVEZA PARA QUE SE LA TOME CON OTRA DE LA QUE PUEDA HUIR MAS FACILMENTE.
ResponderEliminarBESOS
Cada ventana es un mundo, y cada mundo encierra mil historias!...muy buena excusa ésta de este sábado que nos ha permitido fantasear con lo que podemos ver desde una ventana!
ResponderEliminarun abrazo!
Imagino que de tanto ver llegará el día en que sucederá todo lo que imaginas y mucho más... todo lo que imaginamos todos nosotros... y mucho más...
ResponderEliminarExcelente relato, me encantó
Me ha gustado sobre todo el último párrafo, siempre me gustó imaginar cosas, adivinar es más emocionante que saber. Muy bueno tu relato, me ha encantado.
ResponderEliminarUn beso
Bueno pues has hecho una pequeña novela costumbrista y de análisis de cinductas humanas, orecioso.
ResponderEliminarM ha gustado mucho.
Nos vemos en el ático????
Un besito
El mayor logro de este relato es ir pasando de un vecino a otro, y con el tiempo hacerse más interesante, el último vecino es el más enigmático,
ResponderEliminarme imagino muchas cosas,
Gracias por participar en este Sábado,
Saludos,
Juanma
Cuantas vidas que hay en el mundo, cada una con su historia, con sus éxitos y sus fracasos.
ResponderEliminarMuy bien descritos todos los detalles de los vecinos.
Un abrazo
Que lindo relato... se los puede imaginar perfectamente a cada uno de ellos en su día a día...
ResponderEliminarMe quedo con "sus ojos se pierden en la distancia inmersos en sus pensamientos", como pueden llegar a disparar la imaginación unos ojos pensativos, tratando de descifrar esos pensamientos...
Besos!!
Has retratado con palabras como es la vida en un barrio, me ha gustado y he visto cada escena que has pintado.
ResponderEliminarUn besote.
Paola.
Cuántas cosas se pueden ver desde la ventana y, sobre todo, cuánto se puede imaginar.
ResponderEliminarUn beso.