torre que desafía su poder. ¡
Tenías que estrellarte o que abatirme...!
¡No pudo ser!
Tú eras el océano; y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén.
¡Tenías que romperte o que arrancarme...!
¡No pudo ser!
Hermosa tú, yo altivo; acostumbrados
uno a arrollar, el otro a no ceder;
la senda estrecha, inevitable el choque...
¡No pudo ser!
Bécquer
No se puede disculpar lo que un cuerpo es, en ocasiones agotamos nuestros propios recursos y decidimos no ceder mas, asumir la realidad es ya no ser mas veces abatido, es dudar sabiendo lo imposible y lo cierto.
ResponderEliminarUn beso.
Nyma
Mar, cuando uno decide
ResponderEliminarque no debe ceder, así debe
ser si no hay punto de unión.
Un abrazo fuerte.