A
través de los grandes ventanales de su apartamento, observa la quietud de la
noche. Es su momento preferido. Todos los actos importantes de su vida han
ocurrido en ese momento en que la oscuridad se adueña de la ciudad. Su
nacimiento, su primer beso, incluso su primer gran negocio, se produjeron en
una noche en la que apenas había más movimiento que el brillo de las estrellas
y la luna mostrándole el camino a seguir.
Está tan inmerso en disfrutar
del paisaje nocturno que no se se ha dado cuenta su presencia hasta que un
fuerte dolor se instala en su pecho y las paredes de la habitación de diseño
comienzan a dar vueltas a su alrededor.
Intuye que se está muriendo. Su corazón comienza a dar trompicones, sus
movimientos fuertes y acompasados se convierten en latidos débiles e
inconexos. Su respiración profunda apenas alcanza a coger un hilillo de
aire. Nota que algo se mueve junto a
él, siente claramente una presencia, intenta hablar, gritar pidiendo
ayuda, pero no sale ningún sonido de su boca.
Con gran esfuerzo fija la vista en la personación que
ha tenido lugar ante él, observa su larga túnica negra y la gran capucha que
oculta los rasgos de su cara, y entonces cierra los ojos para no fijarse en más
detalles, a sabiendas de que con la mano derecha estaría blandiendo un guadaña
como señal de que su tiempo en la tierra había acabado.
Apenas nota ya el miedo, se siente más tranquilo sabiendo que su
sufrimiento acabará pronto. Ha perdido la noción del tiempo, no sabe
cuanto lleva así, apenas recuerda nada de su vida antes de eso, de ese dolor.
Abre
los ojos con un gran esfuerzo, y vuelve a ver la silueta frente a él. Sí. No
hay duda de que es la muerte. Está esperando ansiosa el momento en que su
corazón se detenga para llevarle con ella. Su último gran momento se acerca y
él apenas tiene fuerza para resistirse. Se miran a los ojos, él sin verla del
todo y ella sin quitarle la vista de encima, esperando su último estertor.
Más quietudes de la noche en: http://neogeminis.blogspot.com.es/
.
Los mejor de la vida le sucedió en la noche.
ResponderEliminarPero una noche le sucedió lo peor, la muerte. Dicen que es más asídua a la quietud y la noche.
Mar, te añoraba en los jueves, te añoraba, y este relato me da la razón. Una pincelada truculenta y real, un aviso escrito en el cielo de las noches que me inquieta me fascina y no veo las estrellas.
Besito cariñoso.
Ciertamente la muerte nos visita a escondidas, cuando las luces no existen y el silencio es casi absoluto. Pareces retratar un problema cardiovascular…”dulce” partida que muchos elegiríamos si ello fuera posible.
ResponderEliminarUn buen relato, aunque el final sea un tanto triste.
Un saludo…yo también me quedo.
Tu noche nos trajo la muerte, que también forma parte de la vida. El relato triste y duro pero muy real.
ResponderEliminarUn besito.
Me dio chuchito! Tantas noches de momentos recordables... pero el último, seguro no tendrá memoria donde anidar. O si? Esa será una incógnita. Lo cierto, es que la escena de la parca, alli, detenida y amenazante, da al relato una fuerza que quita el aire.
ResponderEliminarUn gusto leerte!
Besos:
Gaby*
Todos los actos importantes de su vida le sucedieron de noche, incluso el de su propia muerte. La noche es oscura y la muerte también es oscuridad, la diferencia es que tras la noche llega el amanecer, tan bello. ¿Que hay después de la negritud de la muerte?.
ResponderEliminarMuy buen relato, me ha gustado mucho.
Un abrazo
censura ha escrito algo parecido...bueno, no habla de la muerte, habla de una aparición...pero no habla de miedo...y, lechessss¡, aquí el miedo está presente...y por partida doble en el sentido de que cierra los ojos y los vuelve a abrir...
ResponderEliminarme has hecho pensar en ese instante que precede a la muerte...sabes, en una ocasión la tuve así de cerca, muy cerca, de hecho, sabía que lo que me esperaba luego era la muerte...y sabes, no sentí miedo...pero un...un tipo que se enfrentaba a la muerte por primera vez..de seguro que en una segunda oportunidad, me cago de miedoo...lo cual, creo yo, sería lo normal...
gracias por haberme hecho reflexionar, al menos un poco...
medio beso.
¡Jolines! que mal rollo. Espero tener compañía cuando me llegue a mi.
ResponderEliminarTu también me has hecho poner en la piel de este pobre hombre.
Un abrazo
Definitiva es esa noche.
ResponderEliminarAquella noche, el pudo al fin descansar de tanto dolor,por eso no tubo miedo, hacia demasiado tiempo que estaba llamandola, ya ni recordaba quien habia sido. Me gusto tu relato Mar, real y valiente,
ResponderEliminarBesos guapa y gracias por hacerme disfrutar en tu casita una vez más.
maravillosas noches, con decisiones y sueños a lo largo de su vida, y ella toda una vida para esperarlo, y si al final es su entrega y ella su paciencia.
ResponderEliminarUn relato bien logrado a un tema tan difícil.
Un abrazo.
Tan intensa y bella como los mejores momentos que uno puede ansiar vivir, la noche también tienen en su naturaleza lo más oscuro de los miedos humanos, incluyendo, por supuesto, el de la muerte.
ResponderEliminarQuién no ha sufrido terribles pesadillas imaginando que llegó la hora?
Terrible relato con que nos has puesto rápidamente en clima.
un abrazo.
En una noche más, efímera como todas las demás en duración, en una noche de esas en que tantos momentos buenos había gozado, la visita de la noche eterna, pues la muerte no es sino eso, una noche infinita, para hacerle pasar su peor momento, el momento de desconectarse de la vida.
ResponderEliminarPrecioso relato.
Un abrazo.
Y llegó la hora de partir y ahí estaba, sin estar presente esperando... da un poco de miedo por lo que conlleva el mito de la muerte, el fin... creo que es más por lo desconocido. Todo principio tiene un fin, es así...
ResponderEliminarUn beso, interesante relato
Aplaudo el comentario de Mº Jesús y también, claro tu relato. No cabe duda que de esa relación con el anochecer, ese ser de túnica y guadaña tenía que llegar en ese momento del día. Lo que más me ha gustado es comoo narras ese momento siguiente al terror de ver la muerte, ese dejarse llevar, esperando, como la propia muerte, sin prisas.
ResponderEliminarBesos.
Coincido: sólo podía desaparecer de este mundo, también de noche. Un buen relato, Mar.
ResponderEliminarUn abrazote-compi-de-la-cadena :)
Relato directo y sin concesiones, que expone una parte de la noche íntima y personal en la que tienes el tiempo justo para hacer el balance final. Otra cosa más, para añadir a las extraordinarias que sucedieron durante la noche... la última.
ResponderEliminarAbrazos
Dificil describir lo que se siente en ese momento final, si es verdad que la noche siempre parece agravar esas situaciones criticas. Quizas verse cara a cara con la Parca no gaga sino infundir tranquilidad.
ResponderEliminarun beso, Mar
Las cosas importantes de su vida siempre le sucedieron de noche, incluída su propia muerte. Me ha llamado la atención ver al protagonista tan aparentemente tranquilo, mirando fíjamente a la muerte como diciéndole, "aquí estoy, llévame contigo cuando quieras, no tengo miedo". Uff, ¡que mal rollito! Pero es un buen relato, además, es cierto que en la mayoría de las ocasiones la muerte se suele asociar con la noche, de hecho todos quisieramos una muerte dulce, dormir y no despertar, quizás sea por eso. Bueno, que me estoy enrollando demasiado. Un beso.
ResponderEliminarTodo lo importante estaba en la noche hasta su muerte, uf! Mar lejos lejos.
ResponderEliminarUn abrazo.
La oscuridad, la noche, la muerte. Todo encadenado perfectamente.
ResponderEliminarUn relato que te va llevando lentamente hasta la profundidad de la quietud de la noche.
Me encantó.
Un abrazo.
Supongo que todos/as deseariamos tener una muerte así de dulce. Esta es una noche definitiva y también la más oscura.
ResponderEliminarUn beso.
Se cierra el círculo, y solo cabe aceptar la evidencia.
ResponderEliminarEvidente también es la calidad del texto.
un fuerte abrazo
El mio temia a la muerte y el tuyo la tenía delante y sentía paz, ¿por qué será así? Quizas por la certeza de lo que ansiamos con temor. Bello relato. Me alegro de volver a leerte
ResponderEliminarUn besazo amiga
Angustioso y sobrecogedor tu relato, Mar. ¿Quién puede escapar a la muerte? De una u otra manera, al final tendremos que mirarla a los ojos, rendirnos y dejarnos llevar.
ResponderEliminarUn abrazo
Mari Carmen Polo
Todo en su vida se sucedió de noche y ha llegado el último momento. Duro relato, enfrentarse cara a cara con la muerte ... da miedo pensarlo. La noche agrega un condimento de misterio y dramatismo al momento.
ResponderEliminarun abrazo