CAMBIO DE SENDA
Sobre una vieja señalización de madera, en un cambio de senda he escrito tu nombre.
Miro hacia delante observo como sale el sol y siento como un rayo de esperanza me alcanza, noto como se despejan los grises nubarrones que atormentan mis días y poco a poco se va disipando la espesa niebla que me envuelve. Me percato de que puedo caminar erguida por esta senda sin esconder mi rostro bajo las gafas de sol que eternamente me acompañan ocultando mis sufridos ojos encogidos por la eterna humedad que desprenden.
Percibo como mi pie da un paso titubeante y se adelanta despacio, hago un gran esfuerzo y otro le sigue un poco más lejos y, aún con miedo compruebo como cada vez se van haciendo más ligeros; me sorprendo de que por esta nueva senda puedo caminar sola y me pongo mis zapatos de charol, aquellos que me compré antes de casarnos, cuando prometiste colgarme la luna en un collar y hacerme unos pendientes con las estrellas para enseñarme cómo era el mundo. Y me lo enseñaste, claro, me enseñaste como era el mundo para tí , me enseñaste a bajar la mirada, a susurrar “lo siento”, a no hacer ruido, a llorar es silencio en el baño.... Ahora, poco a poco, siento que puedo escapar para siempre de los gestos rudos con los que me ahogas, de tu miradas llenas de punzante desprecio, de tus malos humores, y al fin puedo caminar tranquila, sin prisas, porque aquí no estás para atormentarme.
Hoy, ahora, una fuerza en mi interior me impulsa a andar con la cabeza alta, miro hacia delante y guardo en mi interior todo lo que necesito para volver a empezar, tan sólo una sonrisa y un paquete de esperanza, porque sobre una vieja señalización de madera, en un cambio de senda, he escrito tu nombre con letras efímeras que ahora se desvanecen y ya no eres más que un recuerdo.
Más cambios de senda en: http://callejamoran.blogspot.com/
Efimero,todo lo es,todos lo somos,pero mientras tanto,en el laberintico fluir de la vida vamos optando.
ResponderEliminarBien hecho
cariñitos
Cuánto cuesta cambiar el rumbo....
ResponderEliminarCasi siempre la rutina, la repetición una y otra vez de las mismas situaciones, crea unos caminos viciados que, sin pensarlo, sin reflexiones, nos conduce como autómatas por las mismas vías... Como zombies.
Pero vale la pena pararse, y dar la vuelta.
Dejar en esa encrucijada todo lastre y dolor, dar media vuelta y, sin mirar atrás, como bien dices, quitarse las gafas de sol, respirar hondo y echar a andar, pero en sentido opuesto.
Me ha encantado he podido estar contigo en todo momento ...
Besitos, Mar.
MAR, describes con poética intensidad ese cruce de caminos y la difícil decisión al ponerse como nuevos esos zapatos de charol. Mirar el nuevo sendero con ojos sin humedades, caminar en dirección al cambio absolutamente necesario, soltando entregas renuncias y amarguras paso a paso.
ResponderEliminarMuy bello en cada palabra, sensibilidad y valor. Te felicito, un besito.
Has descrito un cambio de senda de una mujer valiente. y lo has descrito tan bien, que cada paso, cada señal, cada sentimiento... se pueden palpar a través de la pantalla.
ResponderEliminarUn besito de admiración.
Un comienzo que nos lleva a creer en un nombre escrito para siempre. Pero como nada lo es, y en este caso,para bien, el nombre se borra como señal de amor y entrega, para pasar a ser un mal recuerdo,una plataforma de lanzamiento para una nueva vida.
ResponderEliminarTu poético relato nos hace desear un futuro mejor para esta mujer: se lo merece
un fuerte abrazo
En una madera el nombre de ese tipo que prometió tanto y no cumplió ni la cuarta parte, mas bien le amargó la vida. En la otra madera un signo de interrogación que significa empezar de nuevo, pero con una esperanza en el corazón y una sonrisa.
ResponderEliminarA cuanta gente le pasará esto eh?
un abrazo
Menudo cambio dejando escrito en ese postel el nombre y caminar por otra senda con la cabeza bien alto y con la esperanza de que es el mejor camino para comenzar.
ResponderEliminarPrimavera
Sendas hay muchas, lo importante es coger una y no volver la vista atrás. Los nombres los erosiona el tiempo y otros acuden en su lugar.
ResponderEliminarBello relato, cuidado y claro, sólo deseo que en la realidad resulte tan sencillo. (Aunque nunca es sencillo)
Besos
Hay veces que está claro que hay que cambiar de senda, aunque cueste; porque sino se hace a lo mejor es tarde para cambiar.Muy bonita la simbología del trozo de madera donde escribí tu nombre.
ResponderEliminarUn abrazo
interiorizando tu jueves,mar...
ResponderEliminaral frente.
azules cielos,
despejados cielos cargados de esperanza
al frente,
horizontes
que se quedan quietos
en mi espera
al frente,
caras altas,
bellas caras,
la mía entre ellas,
mi silencio y mis risas,
mi alegría y mi libertad.
al frente,
siempre al frente,
que atrás dejé sangre en la arena de mi alma
y llantos morados en el mapa de mi piel.
Dejar atrás cenicientos cielos que no te dejan ver el sol, acostumbrarse a bajar la cabeza, a enjugar las lágrimas en silencio, a intentar reparar un futuro rasgado de promesas rotas...no merece la pena dejarse mecer por la melancolía de lo que pudo haber sido, en el camino...un cruce, otra senda que tomar, la valentía para dejar atrás lo vivido, nadie dijo que fuera fácil volver a empezar pero merece la pena volver a empezar para volver a vivir.
ResponderEliminarMe ha encantado la fluidez con la que relatas tu cambio de senda. Un beso grande.
Me ha gustado mucho como has materializado el sentimiento para posibilitar el olvido, para romper con ese "poder" que se ejerce por parte de quien es amado y no entiende el amor.
ResponderEliminarMagnífica la imagen de la mujer renaciendo a medida que se aleja de la señal.
Besos
Cuanto coraje se necesita para cambiar de senda a veces. Para que no venza la nostalgia.
ResponderEliminarHermoso e intimista relato mar.
Que sentidas palabras, te felicito.
Besos
El nombre de un hombre que maltrata a una mujer debería escribirse en la arena, para que las olas lo borraran y lo empujaran al ostracismo, solo debería escribirse sobre madera si después fuese quemada.
ResponderEliminarUn beso
Mar, muy bueno. Me gusta todo, pero mucho, ese punto y final, ese giro que hace esa mujer al escribir en una vieja señalización de madera, el nombre de ese hombre, "con letras efímeras que ahora se desvanecen", para dejarlo ahí, para que se pudra con el recuerdo, para tomar otro rumbo, dónde él no señalará cómo debe caminarse.
ResponderEliminarUn beso