Pablo estaba sentado en el alfeizar de la ventana de su ático, se encontraba hundido y destrozado, sobre todo se sentía solo, el piso compartido durante tantos años con su mujer y su hijo se le hacía lúgubre y oscuro cuando unos días antes su hogar se le antojaba claro y luminoso, el lugar de refugio y recogimiento al que siempre estaba deseando volver.
Cuando esa mañana se levantó y se fué a trabajar como cada día, la conversación mantenida con Alba la noche anterior no le parecía más que un sueño y la parte en la que le comunicó que había dejado de quererle y que se marchaba para siempre de su lado una pesadilla.
Cuando esa tarde llegó a su casa y se encontró con que su mujer y su hijo no estaban el mundo se le vino encima, cada frase guardada en lo más profundo de su subconsciente comenzó a resonar en su cabeza martilleándola con cada palabra que surgía en su memoria.
Sabía que no sería capaz de superar nunca la pérdida de su familia, su sufrimiento era tan intenso que no sabía como hacerle frente, ni como hacer frente a las habladurías que se desencadenarían por donde quiera que fuese a partir de entonces.
Miró hacia abajo, el lejano suelo le atraía enormemente gritándole que él podría ser la solución a todos sus males, Pablo se inclinó un poco más...
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Alba caminaba rápidamete, se le había hecho tarde.
Le gustaba estar en casa cuando su marido volvia del trabajo, pero hoy había llevado a su hijo a jugar casa de un amigo y se había entretenido hablando con la otra madre sin darse cuenta de la hora que era, le había dejado una nota a Pablo encima de la mesa, pero aún así se sentía inquieta.
Ultimamente Pablo se encontraba muy estresado y las pastillas que le había dado el médico para dormir no le ayudaban, mas bien le tenían sumido en un mundo de confusión hasta tal punto que algunas veces llegaba a confundir la fantasía con la realidad, sin falta mañana acudirían de nuevo a consulta para que se las cambiaran.
Policia y bomberos pasaron junto a ella con urgencia, el sonido de las sirenas hizo que Alba inconscientemente acelerase su paso hasta convertirse en una carrera ligera, sentía un mal presagio.
Giró la última esquina que la acercaba a su casa cuando vió un gran número de personas agrupadas junto a su portal, las luces de los coches oficiales giraban silenciosas, su corazón se desbocó e inició una carrera hacia la muchedumbre que se arremolinaba en silencio...
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Ninguno de los presentes era capaz de explicarse como podía haber sucedido aquello, lo comentaban unos con otros mientras se alejaban del lugar sin reparar en la mujer que quedaba allí sin apenas respiración y con las lágrimas cayéndole por su cara sin que sus ojos fueran capaces de retenerlas.
Ese piso llevaba años cerrado, a pesar de ser un segundo la altura era considerable por los altos soportales que tenía debajo, no podían explicarse como había llegado hasta allí, por suerte los bomberos pudieron cogerlo y ponerlo a salvo en manos de la policía, ellos se ocuparían de llevarlo a un lugar seguro donde se encontrara a salvo...